Hacía mucho tiempo que no
abandonaba "su guarida" -así llamaba al pequeño y sucio rincón que
constituía todo su mundo-. Si un cliente urgía sus favores, salía en busca del
ansiado "veneno". Transitó por la adormecida playa cuando
apenas despuntaba el alba. Perlas de sudor bailaban y descendían por su
cansado cuerpo, mientras las olas lamían sus debilitados
pies. Noches enteras de delirio, sueños atormentados por la
miserable locura de su ser.
Oyó una voz que la llamaba:
- Ven, criatura, acompáñame. Mi
sal sanará tus heridas, acariciaré tu cuerpo entre mareas y susurros de
deseo.
Una ráfaga de viento la empujó
hacia el Mar. Ella se entregó plácidamente. Él, su último amante.
¡Oh! Vino del mar para llevársela.
ResponderEliminarEs más triste que eso. Fue el Mar su ùltimo amante. Él la liberó de todos sus tormentos.
EliminarUn fuerte abrazo
GUAU! Qué lindo! Aun cuando es triste que el mar fuera su último amante.
ResponderEliminarun abraxo!
Es que existe lo último?
ResponderEliminarsolo la muerte puede contestarte
Un abrazo desde el otro lado
Se podría decir que es lo último de la "vida física", pero parafraseando a Calderón de la Barca "la vida es sueño" y si es así, tras el "sueño" vendría el DESPERTAR a lo que fuimos, a lo que seguiremos siendo ad infinitum.
ResponderEliminarA mí esa idea me gusta, a tí no?
Un abrazo desde mi "sueño"
bien , me gusto, aunque prefiero otra cosa para sanar las heridas, con sal como que es mas castigo no?
ResponderEliminarjajaja, sí, agua bendita
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