martes, 9 de abril de 2013

El último amante






Hacía mucho tiempo que no abandonaba "su guarida" -así llamaba al pequeño y sucio rincón que constituía todo su mundo-. Si un cliente urgía sus favores, salía en busca del ansiado "veneno". Transitó  por la adormecida playa cuando apenas despuntaba el alba. Perlas de sudor bailaban y descendían por su cansado cuerpo,  mientras  las  olas lamían sus debilitados pies. Noches enteras de delirio, sueños atormentados por la  miserable locura de su ser. 

Oyó una voz que la llamaba:

- Ven, criatura, acompáñame. Mi sal sanará tus heridas, acariciaré tu cuerpo entre mareas y susurros de deseo. 

Una ráfaga de viento la empujó hacia el Mar. Ella se entregó plácidamente. Él, su último amante.

sábado, 6 de abril de 2013

El vuelo de la alondra


Surqué valles, cimas y mares
nuevos cielos, nuevos horizontes busqué
libré peligros, me desorienté
mi instinto me ayudaría, no debía desfallecer 

Crucé desiertos, secos y áridos
iba en busca de un vergel
pero el sol quemaba mis plumas
la arena cegaba mis ojos
no hallaba agua donde beber

Busqué el anhelado oasis
y hasta lo creí ver
palmeras cargadas de dátiles
camellos o dromedarios, no sé
la  visión se me nublaba, bajé y me posé

La cabeza me dolía, casi desmayé
era alucinación, o tal vez cierto
 escondida tras matorrales creí ver un harén
hermosas mujeres danzaban junto al oasis
 el jeque, figura erguida, contemplaba su vaivén 

Temerosa, con vuelos y saltos cortos
me acerqué al agua para beber
sacié mi sed y mis plumas remojé
ya tenía mi buche lleno, ya bastante descansé
y despidiéndome de otros congéneres el vuelo remonté

Busqué de nuevo el rumbo
volé, volé y volé
de nuevo el agotamiento, de nuevo me desorienté
dónde estará mi bandada, me pregunté
como no hallaba la respuesta el vuelo continué

Casi se ponía el sol cuando por fin divisé
campos, tejados y un campanario
y haciendo un último esfuerzo mis alitas agité
vi una hermosa estátua blanca y sobre ella me posé
acostumbrada a nosotras mi presencia no pareció molestarle

- Pareces cansada alondrita, -me dijo la inerte-

- Vengo desde muy lejos, ando perdida y exhausta

- Qué te trae por estos lares, dónde está tu bandada?

- Me quedé huerfanita desde temprana edad, por lo que me crié un tanto independiente. Más tarde,  harta de migrar con las otras, decidí buscar nuevos rumbos yo sola, pero el viaje ha sido duro, solitario y peligroso. Crucé montes y mares, visité lugares en los que antes nunca había estado y hasta conocí el desierto, bueno, para ser sincera te diré que sufrí el desierto, es un lugar ardiente, estéril y lleno de arena que te ciega y quema si te posas en ella.

- Qué interesante, cómo te envidio. Yo siempre estoy aquí, pegada a mi pedestal, desde que me modeló un gran maestro. Lo único que sé del mundo es por lo que me cuentan otras bellas aves que, como tú, se posan sobre mi cabeza. Ni las adulaciones, que los humanos hacen sobre mi belleza al contemplarme,  consuela mi soledad. Pero no hablemos de mí, sigue contándome toda la historia, todo lo que viste, cuántas rapaces tuviste que sortear, cuenta, cuenta.    

- Sí, bella estátua, enseguida te lo cuento, pero déjame descansar un poco sobre tu hombro, daré una cabezadita para aliviar este tremendo cansancio y luego te hablo sobre las cosas extraordinarias que vi, sobre los hombres...

La estátua esperó, respetuosamente, el merecido descanso de la alondra. Esperó y esperó, total no tenía otra cosa que hacer. Cuando por fin creyó que ya habría descansado lo suficiente comenzó a pedirle que se despertara pero, por más que insistió, la alondra no contestaba, ni la sentía moverse, entonces reparó en la rigidez de su cuerpecito, casi tan frío como ella, en su maltrecho plumaje y en sus patitas lastimadas, encogidas en un rictus de sobras familiar y le susurró quedamente:

   - Descansa en paz, mi querida alondra.   


viernes, 5 de abril de 2013

Vida nueva, savia nueva


Nació en Enero, con los rigores del invierno, cubierto con el calor de amores y anhelos. Una vida nueva, el primer hijo,  el primer nietecito. Es lindo como un ángel, yo nunca los he visto pero los presiento, sé que andan entre nosotros, que adoptan diferentes  formas, que anidan incluso en el corazón de los hombres, que nos ayudan  de una manera u otra, con su presencia, su sonrisa, con ese halo indescriptible de lo etéreo.

No sabía que sentiría al tenerlo entre mis brazos, me acordé de cuando acunaba a mis hijitos, de cómo me embelesaba contemplando su sueño, la placidez de su rostro, su sonrisa dormida evocando quien sabe que imágenes,  quien sabe que recuerdos. Se ríe mucho cuando "los absurdos"  -seguro que así nos debe ver él- le ponemos carotas, mientras babeamos en el éxtasis de su contemplación y emitimos sonidos raros, tratando de que aprenda, incomprensiblemente, la palabra "aajo", que el angelito, en un gesto que le honra por su autodeterminación y propia personalidad ha traducido en un "aguu". Le hablas y parece que te quiere entender, que te quiere hablar, con esos preciosos ojos que  miran y lo contemplan todo con la avidez de lo nuevo, descubriendo objetos, formas y colores. No entiende todavía la vida, pero no le importa, ahora sólo la percibe a través de sus sentidos y éstos le transmiten sensaciones agradables y placenteras.

- No está mal haber nacido, a pesar de que me hayan  sacado de la calentita piscina donde me tenía guardadito mi mamá  - pensó, o algo parecido a pensar- a no ser por aquella  vez,  cuando  una cara desconocida me cogió entre sus manos y, quitándome la ropa de mi pobre culito,  me clavó una hipodérmica y me inyectó un líquido frío y doloroso (más tarde sabré que le llamaban vacuna y que lo hacían por mi bien). Caramba con los adultos, qué cosas hacen por el bien de uno!  tendré que ir con cuidado con lo que ellos, esos gigantes grandotes,  llaman "el bien de uno". Sólo lloré un poquito, luego mi mamá -que ponía cara de pena, como si se la estuviesen poniendo a ella- me tomó entre sus brazos y me salvó. Luego mi papá, cuando volvió a casa, de un lugar que ellos llaman "Trabajo",  también puso cara de penita  por mi lastimado culito y se pasaron la noche tocando mi frente y mimándome todavía más. Ahora sé que si vuelven a ponerme otra ración de la desagradable "vacuna por mi bien" tendré extra de mimitos.

- Hay una cosa que no acabo de comprender, tal vez por mi inexperiencia vital, es que a mis papás cada día se les pone más oscura la piel de debajo de los ojos y el resto de sus caras, en cambio, se vuelve más y más blanquita. Tendré que preguntarlo cuando aprenda a decir algo más que "aguu",  sí, debo ampliar más mi vocabulario si quiero entender a los "gigantes grandotes"

Él, que tiene la sabiduría de la inocencia no contaminada,  sabe que se llama de nombre "Deseado" y de apellido "Bien Amado". Lo demás seguro que  no ha de importarle. Sabe que siempre hay unas manos que lo acunan y acarician, un pecho que lo alimenta con líquido dulce y sabroso, sintiendo el calorcito amoroso del cuerpo materno mientras él posa su manita en tan suave manjar. Unas voces conocidas y reconocidas, que le hablaban, incluso, cuando crecía y nadaba en su particular piscina privada.

- Lo que más me gusta del día, además de la hora del "bibi" que sale de mi mamá, son los paseos en mi "ferrari", bien arropadito, con una cosa que los adultos llaman  Sol  calentándome, mientras el traqueteo me adormece y me voy a otros lugares, de ahora  y de antes. Ah, y también cuando llega la hora en que mi papá  
llega de eso que llaman "Trabajo" y se ríe y habla conmigo de cosas que aún no entiendo - caramba, tengo que darme  prisa con mi vocabulario, ya lo intento ya, pero lo siguiente que viene es  "papá" y "mamá" y  esas están más complicadas que mi "aguu"- y cuando me levanta en sus fuertes brazos y me prepara un calentito banyo que yo agradezco chapoteando y riendo, mientras mamá espera, con la toalla preparada  para que mi cuerpecito no se enfríe.

- Otra cosa que he aprendido es que, cuando lloro, acuden rápido a mi lado y me acunan, o me cambian cuando estoy mojado y me dan mi "bibi" calentito. Qué raros que son los adultos, ellos necesitan decir muchas palabras para pedir y decir las cosas y yo, sólo con llorar, tengo colmadas todas las necesidades. Supongo que a medida que vaya creciendo iré entendiendo las cosas absurdas que los "gigantes grandotes" hacen.