domingo, 19 de mayo de 2013

Lo que las palabras esconden



Hablamos y hablamos sin parar, muchas veces para no decir nada, sólo porque nos gusta oirnos o que nos oigan los demás.

Cuántas veces pensamos antes lo que vamos a decir?
Cuantas veces medimos el alcance de nuestras palabras?

Simplemente dejamos que salgan por nuestra boca. Sin el filtro de la prudencia, sin sopesar el contenido y su repercusión en quien está al otro lado. Sin embargo, cuantos disgustos nos ahorraríamos y le ahorraríamos a nuestro interlocutor.

La vida actual es prisa, pero deberíamos hablar con pausa, con sosiego. Ojalá pudiésemos hablar menos y escuchar más.

Vertimos nuestras palabras, a veces diciendo lo que no queríamos decir, a quien no se lo queríamos decir. Son el eco de nuestro interior. Si hay furia, frustración, tristeza, envidia, celos y un largo etcétera, esos sentimientos ocultos brotarán disfrazados en forma de palabras.

Huimos torpemente del silencio, cuando el silencio es el mejor bálsamo del alma. Cuantas veces consolaríamos mejor al amigo afligido permaneciendo a su lado, sin hablar, sólamente haciéndole sentir nuestra presencia, transmitiéndole nuestra amistad y amor con una mirada.

Otras veces hablamos para ocultar unos sentimientos que nos averguenzan,   para evitar que nuestra mirada nos delate, para distraer con nuestros labios lo que dicen nuestros ojos.

De qué  hablamos? simplemente de la cobardía. Ocultar lo que verdaderamente querríamos decir y enmascararlo con palabras.

Mirémonos en silencio y que hablen nuestros ojos, ellos contienen la verdad.

viernes, 10 de mayo de 2013

Día de la madre?

                                                                                                         
                         
                                                                                                        
Cachorritos con su Mamá

Por qué celebramos un día al año el día de la madre?
Nos hemos parado a pensarlo?

Los días anteriores al evento, la televisión nos inunda con múltiples comerciales de perfumes, ropa, cosas para el hogar y un largo etcétera.

No le estamos haciendo el juego a los intereses comerciales de grandes firmas, que lo único que persiguen es que gastemos en sus productos para incrementar sus beneficios?

Es que, acaso, la madre no es madre todo el año?
Necesitamos que nos lo recuerden?

Necesitamos satisfacer nuestro ego personal con aquel regalo, de reconocimiento de los hijos por nuestra "abnegación y entrega"?  

Es que acaso hay otra manera de ser verdaderamente madre, que no sea sintiendo amor y cuidándolos como un tesoro que nos ha regalado la vida?

Tal vez soy yo quien no entiende este mundo.

No me gusta este "juego". No me gusta que me manipulen. No me gusta recibir un regalo porque alguien ha decidido que los hijos, atendiendo a la llamada del consumismo,  deben gastarse -en algunos casos el escaso dinero que tienen- en rendir un tributo a alguien que, en su día, cumplió una función biológica propia, cual es la de alumbrar o dar a luz -como prefieran-.

Ser "madre" es otra cosa, que nada tiene que ver con la función de parir.

Yo quiero ser la madre que es cualquier hembra del reino animal.

Yo quiero ser la madre que es la perrita de la foto. Que alimenta unos cachorros que no son suyos; que entiende que, aún no habiéndolos parido ella, necesitan alimentarse y que alguien cuide de ellos; que no espera regalos; que no espera agradecimientos; que los protegerá como propios; que les enseñará a desenvolverse en su entorno; que los dejará marchar cuando entienda que ya están preparados, porque sabe que la libertad es esencial para ellos, incluso los peligros.

Yo quiero hacer mías las palabras del sabio poeta Kahlil Gibran y os las quiero regalar a las madres humanas. Las otras, las del reino animal,  no las necesitan, están impresas en su genética:

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo no te pertenecen.

Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana,
que no pueden visitar ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.

Tu eres el arco del cual tus hijos como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad.
                    
                                                         Kahlil Gibran