Nos pasamos casi todo el tiempo malhumorados, resintiéndonos de lo que nos hacen y de lo que no nos hacen. Somos tan estúpidos que basamos en los demás nuestro bienestar y harmonía, cuando ambas cosas sólo nos las podemos proporcionar nosotros mismos.
Por qué estamos tan ciegos? es egoismo tal vez? pensamos que todo debe girar alrededor de nosotros?
Creemos que los demás están obligados a ser respetuosos, educados, amables, complacientes y un largo etc.
No sería más sencillo aceptar que cada cual es como es, que nadie nos debe nada y que el único ejercicio que tenemos que hacer es el de la aceptación de lo diferente? quizás la respuesta la hallemos en nuestra propia intolerancia.
La aceptación de las cosas, de los acontecimientos, de las personas que forman y conforman nuestro entorno es la clave para estar en paz con uno mismo y con el mundo que nos rodea.
Si no exigíesemos tanto de los demás y diésemos más de nosotros mismos nos percataríamos que se produce un cambio en ese entorno.
Si tratamos con respeto y amor es muy improbable que la respuesta sea negativa. Es el principio de acción/reacción.
Para que los demás cambien, para que las cosas cambien, hemos de empezar generando el cambio en nosotros mismos.