martes, 16 de agosto de 2016

Se le murió el alma

 
 
 
 
 

 
 
 
 


Una mañana despertó y el amanecer ya no era el mismo de cada día, el nacimiento del sol ya no tenía aquellos destellos naranjas, amarillos cambiantes, que tanto la atraían; ya no dio gracias por el regalo de un nuevo día; el mar, con su ondulado vaivén, nada le contaba, nada le decía, ni un susurro, ni un murmullo, ni una alegría. La oscuridad se cernía cual losa fría. Frías notó sus manos, fría notó su vida. Despertó en el consciente, contemplando un pasado sin sentido, un presente sin motivo y un futuro sin olvido. La oscuridad la envolvía y se dejaba querer, una garra la oprimía y succionaba su vida... y se dejó arrastrar, se dejó mecer en el sopor de lo absurdo, en la iniquidad de su existencia vacía. Eso era todo? se preguntó mientras se hundía, complacida y aliviada, mientras el sueño la vencía

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