Un día, hace ya mucho tiempo, me dió por reflexionar sobre el sentido de las palabras, ya sé, es la capacidad del hombre para comunicarse, para expresar ideas, crear, dañar y un largo etcétera, pero no, no me refería a eso, me refería a la proyección de los sentimientos que aún no han brotado por nuestra boca, a los que nacen del alma, unas veces son tormentos, otras veces alegrías, pero otras, las menos, son sentimientos tan profundos que si tratas de expresarlos con palabras éstos se contaminan, pierden su esencia y el mero viento, la mera saliva, los impregna de impurezas. Y concluyes: no, no los debemos expresar, no los debemos exponer a través de la palabra, que al fin se convertiría en palabrería a oidos de los otros. Pero están ahí, sólo reservados para quienes saben intuirlos, interpretarlos, a través de una mirada, de un gesto, de una caricia, de un silencio en el momento dado. Y son recibidos, no te quepa ninguna duda, sólo por unos pocos privilegiados.
de acuerdo contigo Pirineica, en esta vida las palabras estan sobrevaloradas, y el silencio infravalorado, pero algunas personas sabemos lo que son cada cual en su justas medida
ResponderEliminarefectívamente Sergio, y hay silencios con un poder de lastimar mucho mayor que el de las palabras
EliminarHay palabras que lastiman, que nunca se borran y hay otras que jamás se olvidan pero hay otras que se dicen con la mirada y esas quedan grabadas con fuego.
ResponderEliminarque te puedo contar que tu intuición no intuya, aunque tal vez, sólo tal vez, hay experiencias de vida que superan la intuición, que superan lo habitualmente esperado
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